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Fantasmas y juegos de rol (parte 1 de 3)

No, aunque el título lo parezca, no nos vamos a meter con nadie del mundillo; en su lugar, nuestro estimado colaborador, amigo y fuente de conocimiento, el Sr. Magus (saludo, saludo) nos va a informar y entretener (mira, como el libro gordo de Petete) sobre un tema tan interesante y, como no, con fuerte implicación en el medio rolero, sea este de forma directa o indirecta, como los zombies que últimamente salen hasta de debajo de las piedras...


Y ya sin más, veamos qué nos tiene que contar del tema:



CADENAS Y SÁBANAS: FANTASMAS Y JUEGOS DE ROL

Óyeme mamá, mataste a papá y te has casado con tu cuñado. Eso no está bien.
Óyeme papá, te mató mamá y eres un fantasma. No tiene gracia. Eso no está bien.
-Siniestro Total, “Algo huele mal en Dinamarca.”

Pues me encontraba echando un vistazo a la propaganda electoral de varios partidos políticos que no vienen al caso cuando de repente se me ocurrió una idea: ¿Por qué no hacer un artículo sobre fantasmas y espíritus inmundos para Baúl Bizarro?

Y como suelo acostumbrar, puse manos a la obra, y con un buen par de tazas de té he aquí el resultado. De modo que en el día de hoy echaremos un vistazo a los decanos de la no muerte, sombras, fantasmas, ánimas, espectros y diversos espíritus que aparecen tras la muerte de los vivos, resistiéndose a descansar en paz y dispuestos a ajustar cuentas pendientes o simplemente dar una vuelta antes de irse a dormir…

Desde sus orígenes la humanidad siempre se ha sentido desconcertada y curiosa sobre lo que le aguarda al morir, una creencia extendida entre las diversas culturas ante los fenómenos desconocidos e imperceptibles por la experiencia personal. A medida que la civilización se desarrollaba diversos filósofos y sabios intentaron dar explicación a lo que ocurría tras el proceso de la muerte, bien en el campo de las religiones o mediante una visión más filosófica.

En el Antiguo Egipto, una civilización con una cultura funeraria muy desarrollada, los espíritus de los difuntos continuaban su vida en el más allá tras las ceremonias adecuadas, y si sus tumbas eran profanadas o de alguna forma no recibían el entierro debido podían regresar para atormentar a los vivos. Aunque simbólicamente el alma era caracterizada como un pájaro u otro animal, se creía que los muertos se manifestaban como reproducciones exactas del cuerpo físico.

En China se cuenta la historia del rey Hsuan (827-783 a.C.) que según la leyenda ordenó ejecutar a su ministro Tu Po con falsas acusaciones después de ser advertido de que el ministro sería el responsable de su muerte. Tres años después el fantasma de Tu Po mató al rey con un arco y una flecha ante una asamblea de nobles. Otras culturas orientales también desarrollaron creencias sobre fantasmas y espíritus incorpóreos que surgían con la muerte de los vivos.

En la Torá hebrea y en la Biblia existen varios episodios y referencias a los fantasmas, asociándolos con actividades ocultas. En el Primer Libro de Samuel, la Bruja de Endor invoca al espíritu del rey Saúl, y en el Evangelio de San Mateo Jesús, tras su resurrección, tiene que persuadir a los Apóstoles de que no se trata de un fantasma.

Griegos y romanos también creían que los espíritus de los difuntos podían regresar al mundo de los vivos bajo ciertas condiciones. En la Odisea, el héroe Ulises, siguiendo las instrucciones de la maga Circe, convoca a las sombras del Hades para consultar al vidente Tiresias, y también habla con los fantasmas de su madre y del rey Agamenón. Aunque el inframundo clásico no estaba muy bien definido, los muertos aparecen como sombras o reflejos de los vivos, recordando y existiendo en una eternidad oscura y confusa. La muerte no es tanto un estado como un lugar físico, al que se puede acceder por determinadas entradas.

Plinio el Joven describe en una carta que Atenodoro (74 -7 a.C.), un filósofo estoico, alquiló una casa en Atenas para investigar los rumores de que estaba encantada. Atenodoro permaneció en la casa esa noche y presenció la aparición de un anciano fantasmal atado de pies y manos con cadenas que le pidió que le siguiera. Atenodoro siguió al fantasma hasta un lugar donde desapareció y al día siguiente ordenó a los magistrados que excavaran allí. En el lugar se encontraban los huesos del anciano, muerto tres años antes, y tras un enterramiento apropiado, la casa volvió a ser habitable.

Luciano de Samosata en el siglo II cuenta en un relato cómo Demócrito, un sabio de Abdera en Tracia, vivía en una tumba fuera de la ciudad para demostrar que en los cementerios no había fantasmas. Luciano insistió en su escepticismo a pesar de que unos jóvenes intentaron asustarle disfrazados con mortajas y máscaras.

Durante la Edad Media, la presencia de los fantasmas sigue estando asociada a los elementos clásicos, y por lo general se trata de los espíritus de individuos que han sufrido injustamente en vida o que han sido enterrados de forma inapropiada. El cristianismo considera que los fantasmas son almas que no están preparadas para continuar su transición al cielo y el infierno, y en varios relatos el alma de un difunto que fue un gran pecador en vida queda retenida en este mundo debido a la presencia de terreno sagrado. Con la creación del Purgatorio, un nivel intermedio entre el Cielo y el Infierno, se decía que muchos de esos “espíritus inquietos” no encontraban la paz hasta que las plegarias de los vivos conseguían ayudarles a purificarse y continuar hacia su destino final. Sin embargo, no todos los fantasmas regresan para atormentar a los vivos, algunos lo hacían para confortar a sus seres queridos, aconsejarles o advertirles de una inminente amenaza. Aún después de su muerte santos y santas regresan para obrar milagros, si bien su naturaleza no es tanto fantasmal como angelical o celestial. La intercesión de los fantasmas “benignos” está asociada a la antigua veneración clásica por los ancestros, un elemento todavía presente en muchas religiones en la actualidad, y de especial importancia en Oriente.

Sin embargo, oficialmente la Iglesia rechaza muchos de los testimonios populares sobre la existencia de fantasmas, que muchas veces entran en conflicto con sus propias doctrinas metafísicas sobre el más allá. Pero bien a través de sus predecesores paganos o mediante la reelaboración folklórica, los relatos y testimonios sobre el regreso de los espíritus de los muertos, especialmente en determinadas fechas o lugares o bajo determinadas circunstancias persisten durante el medievo.

En Inglaterra existía la creencia de que romper una promesa o juramento, especialmente de matrimonio, podía provocar el regreso del quebrantador como fantasma. Por toda Europa existe la creencia de que si alguien se casa por segunda vez a la muerte de su cónyuge, puede provocar el regreso del difunto airado.

En Galicia está muy arraigada la creencia en la Santa Compaña o Estadea, que en varias formas, bien como procesión religiosa o como figura individual, consiste en esencia en un cortejo de fantasmas de los difuntos que suelen aparecer para anunciar la muerte de alguien. Este cortejo fantasmal es guiado cada noche por un vivo poseído para cumplir este papel, y que si no consigue liberarse de tan incómoda situación, enferma progresivamente y muere.

En otras ocasiones es un dolor excesivo por parte de los vivos lo que provoca la incomodidad de los muertos, que pueden regresar para confortarlos. En varios relatos y cuentos medievales el protagonista es ayudado o salvado por un fantasma agradecido con él por haber sido enterrado apropiadamente.

En el año 1211 está registrada la aparición de un fantasma. Gervase de Tilbury, Mariscal de Arlés, escribió que el fantasma de Guilhem, un niño que había sido asesinado en el bosque, se apareció en casa de su primo en Beaucaire, cerca de Aviñón. Esta serie de visitas duraron todo el verano. A través de su primo, que hablaba en su nombre, el niño era capaz de conversar con otras personas, e incluso debatió sobre teología con el sacerdote local. El niño afirmó que había sufrido durante su muerte y que se sentía infeliz en compañía de las almas del Purgatorio y que Dios estaba muy complacido por la cruzada que se estaba librando en Francia contra los herejes cátaros.

Desde la antigüedad, muchos hechizos y ritos mágicos estaban dedicados al contacto e invocación de los espíritus de los muertos, estableciendo los principios de la nigromancia o necromancia. Estos ritos nigrománticos fueron sucesivamente transmitidos o reelaborados a lo largo de la Edad Media y encontrarían un nuevo resurgir en el Renacimiento.

En el año 1848 las hermanas Fox de Hydesfield en Nueva York afirmaron haber conseguido comunicarse con los espíritus de los muertos y dieron comienzo al interés por el espiritualismo, que experimentó un gran auge durante buena parte del siglo XIX y XX. En 1882 se creó en Londres la Sociedad de Investigación Psíquica, que creó un Comité para Casas Encantadas y un Comité Literario encargado de investigar fuentes literarias sobre fantasmas. Durante este período la investigación sobre la existencia fantasmal adquirió un aspecto cada vez más científico, si bien nunca ha arrojado evidencias concluyentes al respecto, pero en gran medida las actuales creencias sobre fantasmas y los elementos asociados están basados en los elementos espiritualistas del siglo XIX.

Resulta poco menos que imposible realizar un compendio de los diversos tipos de apariciones fantasmales, pues en muchas ocasiones se trata de fenómenos únicos y exclusivos, que no adquieren una pauta recurrente. Sin embargo, a grandes rasgos, y desde una perspectiva contemporánea, los fantasmas son entes incorpóreos, que cuando son visibles adoptan la forma que tuvieron en vida o en el momento de su muerte, a menudo de forma traslúcida e insustancial, aunque en los raros casos que adquieren una forma sólida o provocan la aparición de fenómenos sólidos, la sustancia sobrenatural recibe el nombre de ectoplasma. La presencia fantasmal está vinculada a determinados lugares o personas de gran relevancia en su existencia y su aparición suele estar asociada a una muerte traumática o violenta o a un acontecimiento que provoca su “regreso”, como la profanación de sus restos o la modificación de su entorno.

Lugares asociados con la muerte como cementerios, campos de batalla o fechas como el Día de Difuntos también son especialmente propicios para los fantasmas. Los lugares conocidos como “encantados” o “embrujados” por lo general adquieren esta cualidad debido a elementos trágicos o violentos. Algunas perspectivas paranormales consideran que estos lugares adquieren una “energía” especial que “refleja” o “conmemora” los acontecimientos ocurridos en esos lugares bajo determinadas circunstancias.

Algunas personas supuestamente “dotadas” de capacidades psíquicas o conocedoras de ritos y ceremonias nigrománticos o elementos como la wija son capaces de invocar a los fantasmas, a menudo con el propósito de adivinación. Los fantasmas no sólo son reflejos espirituales de personas muertas sino que también existen relatos sobre manifestaciones fantasmales de objetos, edificios, animales, trenes, barcos, etc.

Aparte de los fantasmas clásicos, dentro de su gran variedad existen otros seres de naturaleza fantasmal, como el aparecido, una persona que regresa de la muerte para atormentar a los vivos, bien incorpóreo o animando un cadáver. El poltergeist (fantasma ruidoso) se manifiesta moviendo objetos, mientras que el fuego fatuo a menudo se aparece como una luz en la noche para desviar a los viajeros de su camino. El doppelgänger es el fantasma o espíritu visible de una persona viva, que a menudo actúa de forma maligna para molestar a su forma viva. La “Dama Blanca” se aparece en muchas zonas rurales y habitualmente suele ser una mujer que murió trágicamente y que a menudo ha perdido a su marido o prometido o ha sido traicionada por ellos. La llamada “Chica de la Curva” es otro tipo de fantasma, una mujer joven que murió atropellada, y que tras ser recogida por un conductor que desconoce su naturaleza, a menudo lo salva de sufrir un accidente antes de desaparecer, revelando su verdaderaza naturaleza. También son frecuentes los relatos sobre fantasmas que son capaces de poseer el cuerpo de los vivos, y hablar a través de ellos, aunque suele tratarse de una capacidad especial de la persona poseída.

No es de extrañar que ante semejante diversidad de testimonios y relatos, que continúan hasta nuestros días, y que de cuando en cuando trascienden a los medios de comunicación de masas, escritores, autores y oradores de todos los tiempos y culturas recurrieran a la figura del fantasma para incluirla en sus obras, bien como un elemento central, o de forma ocasional y secundaria.

(Continuará el próximo viernes)

Comentarios

Alex Werden ha dicho que…
Estupenda aportación, permite que te haga un par de apostillas:

En el caso de Atenodoro, que es la primera historia de fantasmas modernas, se hace hincapié en la tristeza y severidad del rostro del aparecido. Cuando hallaron el cadáver, que estaba encadenado, se aireó que se trataba de un esclavo torturado y muerto de atroz manera. Vamos, Al Final de la Escalera, oiga.

En cuanto a las hermanas Fox, una de ellas confesó que se trataba de un truco lo de los chasquidos con los que se comunicaban años después. Sin embargo, sigue apareciendo su casuística en la historia de la investigación, y la verdad es que aún no queda muy claro.

Sigue con ello, que te está quedando un compendio interesante y tengo curiosidad por como se cruzará con el roleo.

Un saludo.
de Quant ha dicho que…
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